Pero hacerlo es difícil. Difícil porque hay que hacerlo con cuidado. Difícil porque los servicios sanitarios y sociales están fragmentados: locales, regionales, nacionales; CCGs, SCCs, autoridades locales, asociaciones de vivienda. Y están evolucionando, con muchas y excelentes iniciativas, como la Five Year Forward View del NHS de Inglaterra, con sus nuevos modelos de atención y los Vanguard Sites, y la Healthcare Quality Strategy del NHS de Escocia y el Scottish Centre for Telehealth and Telecare.

En todo el Reino Unido, acelerar la introducción de la teleasistencia como parte de una mejor atención no es una opción, ni tampoco lo es reinventar cómo lo hacemos muchas veces en todo el país. La necesidad de nuestros ciudadanos nos obliga a actuar con rapidez y a gran escala. Muchas personas vulnerables podrían beneficiarse del apoyo para vivir de forma independiente ahora mismo.

Se trata de muchos de los 11,4 millones de personas mayores de 65 años, de los cuales 3,5 millones viven solos, según Age UK; muchos de los 3 millones de mayores de 65 años que sufren caídas cada año (que provocan el mayor número de ingresos hospitalarios, el 40% de las llamadas a las ambulancias y muchas otras complicaciones médicas); muchas de las 850.000 personas que padecen demencia; muchas de las 800.000 que reciben atención domiciliaria o residencial; y de los 1,2 millones con discapacidades de aprendizaje. Sólo una parte de estas personas está recibiendo ahora mismo los servicios que mejorarán su vida y reducirán enormemente los costes de atención y apoyo.